sábado, 3 de julio de 2010

Nostalgia

Ahora que el mundial se da unos días descanso y también me los da a mi, me he decidido a retomar el bolg y a escribir algo otra vez. Además, ciertos pensamientos me han rondado la mente coincidiendo con mis primeros 100 días en Inglaterra.

A pocos días de que el Mundial llegue a su fin, estábamos Gema y yo en la calle principal de Weston Super-Mare cuando de repente escuché los acordes de una de las canciones más patriotas de nuestra tierra. El "Que viva España" de Manolo Escobar, qué grande!!Un hombre con su acordeon me deleitó con una canción que había escuchado siempre que ha jugado España un partido del Mundial.

http://www.youtube.com/watch?v=vOO9x-yOVSs


Esa música no hizo otra cosa que traerme recuerdos a la mente de lugares y personas que relaciono con España, digamos que casi todo. Si, me puse nostálgico, y la nostalgia conlleva algo de tristeza si añoras aquello que nostalgias.

Estoy harto de tener que hablar en inglés todo el día, siento nostalgia de no poder decir: "qué pasa fali?", o "eso es así, compadre"; o de tomar el café de las 5 de los domingos para ayudar a algún amigo a recordar cómo llego a casa la noche anterior; o llamar con nombre de caca a alguien; o dejar de hablar de fútbol y hablar de la aceituna o de las olivas jajaja; y entre esas muchas cosas más.

Nostalgia de todo aquello que se ha quedado en España pero que espero poder seguir disfrutando cuando vuelva.

martes, 1 de junio de 2010

Plano de nuestra casa en Sand Bay


Para aquellos que no hayan podido divisar esta maravilla creada por Gema, aquí dejo una copia de un plano de lo que es nuestra casa en el Sand Bay.

En unos días subiré fotos reales sobre la misma, una vez terminemos la reforma sorpresa esta semana.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Hogar, dulce hogar

Después de no tener una ubicación fija en el hotel, finalmente nos dieron una pequeña casita, una especie de bungalow con dos habitaciones y un cuarto de baño. Camino de la nueva casa íbamos con la ilusión de vivir en un lugar nuevo, hacer cambios y crear un ambiente acogedor para vivir. Todas esas ilusiones se vinieron abajo al abrir la puerta, poner las maletas a un lado y ver las habitaciones.

Una de las habitaciones estaba un tanto mejor que otra, pero tampoco era algo como para tirar cohetes. La casa estaba sucia y con numerosas manchas de humedad en algunas de las paredes, las cuales necesitaban una manita de pintura para mejorar su aspecto.

La primera de las habitaciones (ahora nuestro dormitorio) tenía la moqueta (sí, aquí el suelo es de moqueta, la superficie más guarra que he visto en mi vida) llena de humedades en las esquinas y digamos que no estaba muy adherida al suelo. Una de las paredes estaba pintada de color rojo, rojo pasión, con un tipo de pintura plástica especial para poder limpiar la pared con un trapo mojado porque quien vivió antes que nosotros aquí utilizaba esa habitación para cocinar cerca de esa pared y con ese tipo de pintura podía limpiar la grasa acumulada en la misma. El resto de paredes tenían tal grado de humedad que con un pequeño golpecito la pared se iba cayendo dejando al descubierto la estructura de hormigón de la pared. Pero ahí no acaba la cosa, si aún tenías fuerza para levantar la vista podías ver telarañas y sus respectivos habitantes dándote la bienvenida.

La otra habitación (ahora nuestra cocina - comedor - salón) era la que supuestamente estaba algo mejor que la primera que acabo de describir. Daba la impresión de que la moqueta estaba un poco más limpia y cuidada, pero tampoco era nada del otro mundo. Las paredes de esta habitación estaban bastante mejor, a excepción de una de ellas en la que, a la altura de los tobillos había un pequeño agujero en la pared tapado disimuladamente con cinta aislante de color negro. No quise ni he querido saber qué es lo que se podría esconder detrás de ese agujero. No me gustan las sorpresa de ese tipo la verdad.

El baño y su infraestructura también es cuanto más curiosa por llamarlo de alguna manera. El fondo de la taza del water había perdido el color blanco que todo el mundo puede ver en su casa cuando tira de la cisterna y echa un vistazo atrás para ver si lo vertido se ha marchado rumbo a otra parte, en nuestro caso el fondo del water digamos que lo habían pintado con pintura muy negra. Tanto en la pared como en el suelo los ingleses acostumbran a poner una especie de pegatinas en forma de losa para intentar creer que viven en un baño alicatado 100%. Este tipo de pegatinas las puedes encontrar en diversas tiendas al módico precio de una libra, lo cual ya deja que pensar la calidad que deben poseer. Pues nuestro baño, tiene tanto en el suelo como en la pared este tipo de pegatinas, que cuando terminas de poner llegas a decir: "Coño, en realidad no está tan mal", pero cuando cierras la puerta y vuelves a entrar a los 2 minutos, el 65% de estas pegatinas están en el suelo y por más que quieras no podrás pegarlas otra vez a no ser que tengas contigo un litro de superglue. La única parte alicatada con azulejos tal y como Dios manda es la que rodea al plato de ducha, otra parte singularmente curiosa de nuestro baño. Una vez terminas de darte una ducha puedes ver como el agua se acumula en un lateral de la ducha, y a no ser que utilices algo para llevar ese agua hacia el desagüe, allí seguirá por la mañana. Quién puso el plato de ducha se ve que cuando terminó el trabajo no revisó si estaba bien hecho, simplemente cogió su petate y se fue a su casa. Parece ser que el desnivel que tiene que hacer el plato de ducha para que el agua se dirija al desagüe sin ayuda humana, alguien decidió que había que situarlo en dirección contraria, lo cual provoca que hoy en día el agua se acumule en un lateral de la ducha. Cosas de los ingleses, otra cultura y otras costumbres.

Lo mejor de todo es que pretendían que viviéramos aquí con tan solo un mueble con 4 cajones (2 de ellos rotos) y una cama donde era obvio que no cabían dos personas. Tras echar un vistazo general a los mugrientos aposentos que nos iban a ceder como "hogar" la decisión fue instantánea. Llamamos al manager y le dijimos: "aquí no pueden vivir 2 personas. O me das algunos muebles que no estén rotos y una cama en condiciones o te quedas tú aquí a dormir". Al día siguiente ya teníamos al menos una cama en condiciones, un mueble con 4 cajones que no estaban rotos y un par de mesas pequeñas. Era poco, pero para empezar no estaba mal viendo cómo estaba la casa cuándo llegamos y cómo prentendían que viviéramos.

A día de hoy, y después de muchas horas limpiando, pintando e intentando arreglar pequeños desperfectos, ya tenemos un sitio al que podemos llamar "casa". Nos han dado un armario, hemos comprado un frigorifico, un horno, una plancha, una tostadora, una pequeña cocina eléctrica, diversos utensilios de cocina; hemos tapado el agujero del misterio y otros pequeños agujeros misteriosos, hemos pintado parte del salón (ya que una parte ya estaba pintada cuando llegamos); ya vemos el color blanco del fondo de la taza del water y otras muchas cosas más que hacen que podamos llamar a esto "nuestra casa".

Tan sólo nos falta pintar el dormitorio, que esperamos terminar de aquí a unos días cuándo consigamos robar más pintura de mantenimiento.

jueves, 15 de abril de 2010

Qué gente más rara

Tras la primera noche en el Sand Bay, nuestro jefe nos dio libre el primer día para poder dedicarlo a temas como abrir una cuenta en un banco y comprar lo que sea que necesitáramos para irnos adaptando a este entorno tan peculiar.


Gema y yo decidimos ir en busca de un banco, una tienda del tipo The Phonehouse (aquí se llaman Carphone Warehouse, como otras tantas cosas que en España tienen un nombre que luego aquí es otro totalmente diferente) para comprar un móvil británico y ver el tema de las conexiones a Internet, por eso de estar comunicados con España de alguna manera.


Lo del banco fue lo primero porque si no el sueldo luego no llega a ningún sitio. Nos atendió un tipo un tanto curioso llamado Sam, que tenía tatuajes en los brazos y una cara llena de pecas (no sé, pero me recordó a alguien). Si ya es complicado entender al empleado de un banco cuando estás en España, imagínate cuando éste te habla en inglés. El asunto es que finalmente nos hicimos la cuenta y después de unos días nos han enviado, supongo que por asuntos de seguridad, más de 8 cartas del banco para diferentes temas (tarjeta de crédito, otra tarjeta de crédito de una cuenta de ahorro, una carta con el pin de la primera tarjeta, otra con el pin de la segunda tarjeta, dos cartas más

para poder ver la situación de las dos cuentas en Internet, etc…).


Después fuimos a buscar un teléfono móvil y una conexión a Internet. Lo del móvil fue gracioso porque primero nos atendió un hombre al que nos costó bastante entender. Una vez que nos decidimos por un móvil (el más barato, obviamente), nos sentamos en una mesa con otro hombre que parecía estar en cierto estado de embriaguez. Efectivamente, pocos segundos después su aliento confirmó todas las sospechas. El amigo había estado bebiendo entre horas para hacer más ameno su día de trabajo. No sé si por su estado de embriaguez o porque nos vio cara de no ser de por aquí intentó colarnos una tarjeta de crédito para enviar dinero a otros países o no sé que historia. Por más que le decíamos que no, él nos iba a colocar la tarjeta hasta que ya Gema le dijo: “No, no, thak you but maybe we don’t use this card”, todo esto finalizado con un “Joder que pesao”.

Con el intento de contratar Internet, sí intento porque al final no pudimos, también vivimos una más que cierta odisea. Al parecer después, de estar intentando contratar la conexión la chica de la tienda nos dijo que es que necesitábamos haber estado viviendo en Inglaterra durante 3 años para poder contratarla. ¡Miau! Uno de los chicos españoles que ahí trabajando en el hotel, nos contó que se contrató una conexión a Internet cuando llevaba dos días aquí, así que como que no. (Después de varios días, por fin conseguimos contratar una conexión. Bueno mejor dicho, Gema consiguió contratarla, porque a mi parece que los ingleses estos de los cojones de Vodafone no quieren hacerme un contrato. Primero Gema se hizo su contrato sin problema ninguno y a mi me dijeron que necesitaban ver mi pasaporte. Al día siguiente llevo el pasaporte y es que en la central han dicho que no. Dos días más tarde vuelvo a probar y es que hay un problema con el banco. Voy al banco para intentar solucionarlo y mi cuenta está perfectamente. Así que al final he tenido que comprar un módem en plan pen drive y tengo que ir recargándolo todos los meses, algo es algo).


En poco tiempo me he dado cuenta de que los ingleses son un tanto chominosos y gilipollescos. No se porque Gema se pudo hacer el contrato con Vodafone un minuto antes que yo y luego a mí me pusieron mil y una trabas para poder hacer lo mismo. Además también me he dado cuenta, de que aquí casi todo el mundo tiene un tatuaje, y que mucha de esa gente trabaja en empleos de cara al público. Lo reseñable es que cuando están trabajando esos tatuajes quedan a la vista, ya sea en el antebrazo, el cuello u otras partes. Algo que creo que en España difícilmente podría ocurrir. No sé, me ha resultado curioso la verdad.

lunes, 12 de abril de 2010

Zas, en toda la boca.

Tras los primeros días de integración y acoplamiento a lo que va a ser una nueva vida fuera de España, podría decir que creo no haber fallado al tomar esta decisión. Aunque debo decir que los primeros días no fueron fáciles. Al llegar a Bristol, tanto Gema como yo no sabíamos si ir en taxi o en autobús hasta el hotel en el que nos estaban esperando. Finalmente optamos por subir al autobús del aeropuerto, que nos dejaría en la estación de tren de Temple Meads en Bristol, donde deberíamos montarnos en un tren que nos iba a llevar hasta Weston Super-mare, un pequeño pueblo de la costa suroeste de Inglaterra, en el que tuvimos que coger un taxi hasta el hotel. El resultado económico total de esta aventurilla inicial ascendió hasta unas 50 libras (25 cada uno), aunque lo mejor fue cuando llegamos al hotel y el manager que nos recibió nos preguntó cómo habíamos llegado hasta el hotel. No pudo evitar sonreir (y seguramente pensar: “qué palomos”) antes de decirnos que por unas 20-25 libras (entre los dos) podíamos haber llegado a la puerta del hotel desde la misma puerta del aeropuerto. (Compadre si es que lo mejor es un taxi de puerta a puerta o tu mercedes güeno ahí, ¿es o no?)


A nuestra llegada nos recibió uno de los managers del hotel, que tras enseñarnos las instalaciones del Sand Bay Leisure Resort, nos condujo a nuestra habitación, en la que había dos camas individuales, una mesita de noche y un mueble con varios cajones donde guardar nuestras pertenencias. Más allá de dónde alcanzaba nuestra vista, al fondo de la habitación, había un pequeño vestidor con unas seis o siete perchas y dos pequeñas habitaciones a los lados, una para un retrete y otra para una bañera y un lavabo, ambas con una pequeña ventana donde hacían, hacen y seguirán haciendo de las suyas las arañas y sus primos y familiares, aunque también debo mencionar que en el resto de la habitación los arácnidos también nos hacen compañía. La habitación no es muy grande, pero tengo que decir que es temporal, pues dentro de cuatro o cinco días nos van a dar como una pequeña casita con dos habitaciones y un baño (ya explicaré un poco más de esto porque ahora mismo no es que sepa mucho sobre las casitas donde viven los empleados del hotel).


Al poco tiempo de dejar nuestras maletas en la habitación conocimos a varios españoles que están trabajando en el hotel, que nos dieron sus impresiones sobre lo que significa para ellos estar y trabajar en el Sand Bay. Parecen gente amable y simpática, además son españoles, que ya es un punto a su favor. Tras conversar un rato con ellos, llegué a la conclusión de que este sitio no era nada parecido a lo que la tipa de la agencia nos había dicho. Nada de un resort, ni nada parecido a marina d’or, no se porqué pero algo me temía. La mayoría de los clientes superan los 60 años y/o están jubilados, lo cual no es nada malo porque luego sus propinas serán más jugosas. Además de esta esclarecedora conclusión, también me di cuenta de que en el Sand Bay existe una especie parecida a los rumanos en España, los polacos. Al parecer son auténticas fieras en el trabajo, en el sentido de que están aquí por y para trabajar, además de para estar bebiendo vodka o lo que sea todas las noches (ya contaré más historietas sobre estos personajillos de piel blancuza y mala cara). En resumen, que esto parece un hogar de jubilados y un hospicio de rumanos a los que dan empleo y alojamiento más que un complejo turístico. Con el tiempo podré tener más y mejores conclusiones que espero poder contar a quién esté dispuesto a leerlas.


Pero sin duda la mejor parte del día fue cuando decidí ducharme. No había ducha, había una bañera en la que noté que faltaba algo. Tras mucho pensar, dije: “¡coño! qué no hay manguera”. Después de mi sutil perspicacia ante esta situación, tuve que llenar la bañera y darme un baño de esos que tanto le gustan a Pantoja, con alguna que otra dificultad.